“Esta es la primera vez que sentimos que podemos tener un vínculo con Colombia”, me dice Gabriel Marimón, un afrocolombiano, mientras caminamos por su pueblo, San Basilio de Palenque, cerca de la costa caribeña.
Este fue el primer pueblo libre de América: el primer lugar donde, en 1691, una comunidad de migrantes africanos se declararon libres de esclavitud. No hay rincón de este corregimiento de 5.000 habitantes, a 50 kilómetros de Cartagena, en el que no haya alguna manifestación de orgullo negro: grafitis, estatuas, centros culturales.
Y Marimón, un joven activista del folclor y la cultura afro, se emociona cuando le hablo de las elecciones presidenciales de este 29 de mayo.
“Al fin nos sentimos identificados”, señala, en referencia a Francia Márquez, candidata a la vicepresidencia de Gustavo Petro y activista afro de los derechos de las comunidades que, denuncia, han sido discriminadas por siglos. Son “los nadies”, dice.
Pero Márquez, que lidera con Petro todas las encuestas, no es la única: de las siete candidaturas, cuatro tienen una persona afrocolombiana en su carta a la vicepresidencia, una faceta inédita de esta campaña que puso a los colombianos a hablar de racismo y revela una apertura hacia problemáticas socioculturales que durante décadas estuvieron ausentes de la agenda electoral a cuenta de la guerra.
“El racismo en este país siempre ha sido solapado, pero con estas elecciones ha salido a flote“, opina Manuel Pérez, profesor de Biología y hablante de palenquero, el dialecto autóctono de esta comunidad.
Para saber qué piensan los negros sobre el racismo y las elecciones estuve en otras comunidades afro del departamento de Bolívar, en la costa caribeña, y hablé con representantes en el Chocó y el Cauca, regiones afro cerca del océano Pacífico.
¿Racismo en Colombia?
- Jurassic World Dominion (2022)
- The Righteous (2021)
- Lightyear (2022)
- The Lost Girls (2022)
- Official Competition (2021)
- Brian and Charles (2022)
La población colombiana, de unos 50 millones, es predominantemente mestiza.
Aunque el censo oficial de 2018 estimó que los afros son el 10%, existen versiones —entre ellas, de la Defensoría del Pueblo— que establecen el número en el doble, debido a las distorsiones generadas por el desplazamiento.
Un cuarto de la población desplazada por el conflicto armado, en efecto, es afro.
Y es afro también, en su mayoría, la población más pobre del país: la pobreza general se registra en 40%, pero en sus regiones sobrepasa el 50% hasta llegar al 64% en el Chocó, donde dos tercios de la gente es negra.
No todos los colombianos consideran que las vulnerabilidades de esta población sean originadas por el racismo.
Uno de ellos es el político afro Miguel Polo Polo, que con 26 años se ha convertido en una figura mediática debido a sus controversiales opiniones de derecha.
“Hay una cantidad de problemas de toda la vida que ahora se los quieren achacar al racismo”, asegura. “El desplazamiento forzado lo hacían por la violencia, no por el color de piel”.
El influencer se lanzó al Congreso, pero aún no se sabe si entró. Y dice: “Está chévere que haya esta cantidad de candidatos afro, pero lo importante son las capacidades (…) El racismo en Colombia es una excepción que solo practican algunos idiotas”.
Pérez, el profesor palenquero, recuerda un dato histórico cuando le pregunto por Polo Polo: “El endorracismo es una práctica que se originó en la esclavitud, cuando los negros del servicio doméstico, que tenían privilegios, discriminaban a los negros esclavos”.
El auge de los candidatos afro ha permitido ver la diversidad dentro de la población negra: hay de izquierda y derecha, rurales y urbanos, académicos y empíricos, pobres y de clase media.
Luis Gilberto Murillo, por ejemplo, creció en un pequeño pueblo chocoano, estudió en la Unión Soviética y Estados Unidos y fue gobernador del Chocó y ministro de Ambiente. Es candidato a vicepresidente en la fórmula de Sergio Fajardo, de la centroizquierda.
El boom afro, sin embargo, también ha desatado los ataques racistas. A Márquez, entre otros, una famosa cantante la llamó King Kong.
“Con tantos candidatos afro es normal que surjan racismos. Pero, en cualquier caso, es significativo el debate porque no vamos a pasar la página si no se hace conciencia”, dice Velia Vidal, una escritora y gestora cultural de Quibdó, la capital del Chocó.
“La gente, y no solo la gente negra, está teniendo las conversaciones en su casa e intentando entender el fenómeno“, celebra.
La historia de una “conquista”
En 1861, Colombia tuvo su único presidente negro: Juan José Nieto Gil, un escritor y militar nacido en la costa caribeña. El mandato duró seis meses, durante un vacío de poder en plena guerra civil.
Su retrato presidencial, en el cual figuraba una persona de tez clara, estuvo durante años ausente en la Casa de Nariño, hasta que en 2018 el mandatario Juan Manuel Santos mandó a hacer una representación acorde a su color de piel y lo puso en la famosa galería de los expresidentes del palacio de gobierno.
La historia política de los negros en Colombia tiene un punto de inflexión en 1991, cuando se firmó una Constitución que, por primera vez, les dio reconocimiento político y sentó las bases para que sus demandas históricas fueran, al menos por ley, hechos.
“Han sido 30 años en los que los sectores populares se unieron y organizaron en busca de un bien común”, dice Hoovert Carabali, un activista del Cauca que ha liderado una de las “conquistas” más importantes de la comunidad: la Ley 70, que les dio propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales y obligó al Estado a consultarles cualquier concesión en las zonas.
Con la ley, un espacio del tamaño de Costa Rica pasó de no tener dueños, de ser “baldío”, a considerarse la fuente de identidad de miles de comunidades.
“El gobierno daba concesiones a cualquiera para su actividad extractivista, lo cual generó despojo de territorios, falta de compensación, impacto en el medio ambiente por el mercurio y afectación en la salud de la gente y de los animales”, señala Carabali.
La Ley 70 cambió eso, según María Alejandra Vélez, economista experta en medio ambiente: “Les dio la posibilidad de excluir gente que no era parte de la comunidad (como a las empresas madereras) y de invertir en su capital físico, disminuir el hacinamiento y mejorar las condiciones el hogar”.
“Pero además se disminuyó la deforestación y la pobreza y se inició un proceso de reclamación de identidad étnica”, añade.
Por eso, dice la experta, la emergencia actual de candidatos negros a vicepresidente “no se entiende sin tener en cuenta la Ley 70”. Y sobre todo en el caso de la compañera de fórmula de Petro, Francia Márquez, una líder social que se enfrentó a empresas mineras para proteger su tierra y su gente en el Cauca.
Algunos colombianos, sin embargo, están en contra de la Ley 70, sea porque no ha logrado del todo sus objetivos, o porque ha habido irregularidades en las adjudicaciones, o porque, supuestamente, afecta la economía.